Periódicos en verano y calcetines
Profesar la lectura en papel de los diarios en agosto, es una montaña rusa emocional.
Abre portada el tremendo capítulo de la historia que se está escribiendo a tiempo real en la antaño cuna de la civilización, jalonado por fotografías y relatos que nos hacen pensar en una distopía, ojalá… Continuamos con la pobreza energética que se está generando en la población, cuando en campaña se pujó fuerte por lo contrario, cuatro páginas más adelante, el patio de colegio de la política nacional (y tú más), dos páginas de sucesos para recordarnos que no somos tan desgraciados y a partir de aquí, la cosa se relaja, el cuadernillo de verano que recrea un universo ajeno a las treinta páginas que vd. acaba de descifrar.
Una sección que se consume con cierta culpabilidad, como cuando se bebe la cocacola a morro delante del frigorífico, uno se descomprime descubriendo la pizza más cara del mundo, que lleva oro y sal de marte, el enésimo ligue del extorero sesentón adicto al grecian dosmil y las 66 cosas que hay que hacer en Ibiza antes de ver el atardecer brindando con champín.
Una vez digerido el suplemento estival que nos hace olvidar parte de lo leído en la zona dura del diario, tres páginas de cultura, nuevos libros, entrevista sesuda a un pianista de jazz, record mundial por una venta de una obra de pop art y una conversación jugosa entre el director de un festival de teatro y una reconocida fotógrafa. Seguirían los deportes, la programación catódica y los pasatiempos (redundancia).
Siempre he pensado que el orden de los periódicos es como los calcetines, que hay que ponérselos del revés (para que no rocen las costuras)
Empecemos con algo ligero (ganemos sonrisas), sigamos con la cultura, que a la sazón es la llave de la concordia, continuemos con el deporte y luego veamos el desastre que tenemos en el mundo, quizás por no ser irónicos, por no cultivarse la mente, ni el cuerpo.
Algo así como: si no lee las primeras veinte páginas de este nuevo orden, puede que acabe como en la últimas veinte…
Y los calcetines, del revés, siempre.