Autónomo el ciudadano trans
Llevo trabajando desde los trece años y nunca por cuenta ajena.
Hasta los 30 bajo el paraguas del negocio familiar, ese ecosistema de supervivencia que lleva todos los ingredientes de un cóctel molotov, y desde entonces como autónomo de pleno derecho, habría decir que de plena obligación.
El autónomo no nos engañemos, es ante todo un trabajador, trabajador por cuenta propia.
No crean que el autónomo se sitúa entre la figura del empleado y el empresario, esa es la falsa figura que la administración, independiente de su color o forma, siempre ha transmitido a la sociedad. El mismo autónomo en sus sueños húmedos sabe que es un empleado que quiere dejar de serlo porque se ve en empresario, pero cuando despierta de su sueño y salta a la calle, el empleado no le considera de los suyos y el empresario le mira con distancia, se encuentra con un cordón sanitario.
Mientras tanto, pasan los días, jornadas maratonianas que nos llevan a semanas, meses, años… una vida. Ciudadano de obligaciones, nunca tuvo derechos y ahora que el virus ataca, se encuentra más desprotegido que nunca, una administración que sólo sabe de su existencia a fin de mes (pase por caja) y una sociedad que no le entiende, porque lleva un coche medio bueno, fruto de trabajar 365 dias al año.
Es lo que tiene ser un ciudadano trans . Siempre en medio, de la nada.